viernes, 28 de junio de 2013

Estaba pensando en escribir sobre el terror y la intriga que siento al saber que falta poco más de medio año para crecer, para enfrentarme con la vida cara a cara y también conmigo misma. Pero después decidí hablar de una persona que, raramente para una persona de mi edad, se hizo muy importante este último año.
Para los adolescentes la relación con profesores no es más que eso, una simple relación de “querer” por buena nota u odiar porque nos fue mal en una prueba, porque pusieron una prueba o por alguna u otra actitud tonta. En mi caso es distinto, y es por una de las cosas que me siento sapo de otro pozo. Les es difícil aceptar que alguien es diferente a ellos como a mi me es difícil entender por qué todo tiene que ser tan ortodoxo.
Quiero agradecer a esta persona por haberse hecho tan importante en tan poco tiempo, porque es así. Por permitirme quererla, por permitirme acercarme y por acercarse a mí. Porque a veces me hace bien saber que ahí hay alguien que me mira, que está para preguntarme cómo estoy, si estoy estudiando, para felicitarme por mis pequeños pasos, por mis pequeños logros, para darme consejos, para retarme mucho también y, sobre todo, para caminar al lado mío, par a par.

No soy nada demostrativa pero no puedo dejar de agradecer, por algún medio, el haberse convertido en una segunda mamá para mí. Por haberse hecho querer tanto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario