jueves, 21 de febrero de 2013

Verano.

Este año, después de dos veranos, pude recordar lo que eran las vacaciones: ese placer de estar haciendo nada sin culpa. Pero pasó algo que, pese a todo chiste que uno puede hacer, me dolió. Jamás lo hubiese imaginado, jamás hubiese pensado que esa chica que yo creía conocer hasta un punto, fuera capaz de semejante cosa. De él ya no sé qué pensar. 
Sentí que algo adentro mío cambió después de eso, me alejé de la gran mayoría de las personas, desconfío de todo el mundo, me dolió. Perdí confianza y quizás parte de la alegría. Necesitaba a una persona, aunque parezca estúpido para la gran mayoría, que fue la que me acompañó durante 3 largos años siempre, en mis peores momentos. Sentía y todavía siento que necesito su palabra. Hace unos días me la crucé en el colegio, que es casi el único lugar que la puedo encontrar, y su abrazo logró tranquilizarme un poco pero todavía no lo estoy del todo. Hablo o recuerdo el tema y se me caen las lágrimas, porque debido a eso también logré darme cuenta de varias otras cosas. Estoy deseando volver a empezar el colegio solo para hablar con esta profesora, para desahogarme como lo hice estos años, porque sé que en ella puedo encontrar lo que necesito: un poco de paz. Estoy agradecida a esta profesora, Andrea, que sin ella nada de estos tres años hubiesen sido como fueron, respecto al curso y a mi sobretodo. 
En fin, no tengo palabras, escribo y borro. Me invade la angustia y la bronca. Necesito una palabra, un silencio, un abrazo, algo que logre tranquilizarme. 

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