Aprendí muchas cosas, entre ellas que las cosas pasan siempre por algo, nada pasa para irse así nomás, nada se va sin dejar enseñanza. Aprendí que las cosas como vienen se van, que nada dura para siempre, que las personas cambian, aunque su esencia sea siempre la misma, la gente cambia. Aprendí que hay que ser buena persona pero no una persona boluda, que se puede confiar en muy pocas personas, que muchos aparentan ser lo que no son; lo esencial es invisible a los ojos. Que no hay que preocuparse en el qué dirán, hay que hacer lo que uno siente que está bien porque en todo caso lo más grave es equivocarnos, y somos seres humanos, nos equivocamos. Que la vida no solo se basa en todo lo que vivimos, sino cuántas veces nos levantamos y aprendimos de esas caídas. Aprendí que las amistades van y vienen, que los que realmente están siempre ahí es tu familia, que no podemos depender de otro. Aprendí que todos podemos tener nuestros días, que hay que saber escuchar, que es importante hablar y que hay que aceptar cuando nos tenemos que ir, o cuando la llama que estaba prendida (sea quien sea la persona) se apago, se apago. Aprendí que no todo lo que brilla es oro. Aprendí millones de cosas más, pero aún sabiendo todo eso, me sigo equivocando, sigo tropezando con la misma piedra.
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